“La educación nos hace libres”. La consigna fue lanzada por Liliana Parodi, entrenadora de líderes de alto impacto, que moderó el Panel sobre “Educación para un Futuro Transformador”, del que participaron Susana Montaldo, ministra de Educación Tucumán, y Víctor Volman, director de la organización Argentinos por la Educación. El intercambio de ideas se dio dentro del 4to Encuentro de Empresarios del Norte Argentino, organizado por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas de Tucumán (ACDE Tucumán).

Parodi arrancó el panel con una experiencia personal acerca de los desafíos que un integrante de la Generación Silver (mayores de 50 años) ha tenido al arrancar su segundo ciclo estudiantil: seguir estudiando o trabajar. En su exposición, la experta en comunicación e imagen señaló que, en algún momento de nuestras vidas, nos convertimos en cazadores de oportunidades. Y, dirigiéndose a la concurrencia, lanzó: “¿qué hubiera sido de nosotros sin educación?”

Tras esa introducción, Montaldo realizó una radiografía de lo que es la educación pública en Tucumán.  Existen 2.139 establecimientos, de los cuales el 81% son de gestión estatal. Los restantes 396 son privados. El 58% de esas escuelas están ubicadas en un ámbito urbano. De acuerdo con los datos oficiales, la matrícula en la provincia está integrada por 486.207 estudiantes. Otro dato que aportó la ministra en el panel fue que el 79% de las escuelas estatales poseen conectividad. Eso implica un salto hacia la tecnología que se afianza con asociaciones con organizaciones con Unicef que le permitió a Tucumán acceder a 26 antenas Starlink, particularmente para escuelas rurales.

Claro que el sistema también afronta problemas, como el caso de la droga o del abandono de los estudios u otras situaciones por la que los jóvenes deciden tomar otros caminos como el trabajo temprano.

Respecto de la perfomance educativa, Montaldo detalló que en junio pasado se tomaron las pruebas de Lengua y de Matemáticas. Según la ministra, en tercer grado, un 69% obtuvo calificaciones superiores a 6. De ese total, el 42% sacó notas mayores a 9. “El nivel es aceptable y muy bueno”, definió. Otro 18% sacó notas de 4 y 5. En sexto grado, a su vez, el porcentaje de notas de 6 a 10 sube al 74,5% en Lenguas.

En Matemáticas la situación es diametralmente opuesta: el 70% está desaprobado y, a medida que pasa el tiempo, la calidad del aprendizaje disminuye.  El cambio en la línea de acción es un factor determinante para modificar este escenario, indica la ministra. Uno de los programas que contribuirá a este proceso es el proyecto de jornada extendida, que no sólo implica una mayor educación, sino también una contención alimentaria durante las siete horas de duración. También es fundamental focalizar aquella acción, por ejemplo para identificar a los estudiantes de 11 a 20 años que actualmente están fuera del sistema educativo. El programa arrancó en Alderetes. Se trata de un trabajo casa por casa para que esa población de niños y adolescentes puedan ser encontrados e incentivarlos para que completen ciclos educativos.

Volman, en tanto, centró su oratoria en las buenas y en las malas noticias que nos brinda el sistema educativo. Su exposición partió sobre datos comparativos. En esa orientación, el director de Argentinos por la Educación indicó que en 1998 la mitad de los chicos argentinos estaba en el nivel inicial. Hoy está llegando al 80% de la franja en edad escolar. A su vez, enfatizó que la educación primaria es universal desde mediados del siglo pasado y que la mejora también se observó en la secundaria, pasando del 75% al 91% de asistencia a las escuelas en los últimos 26 años. “Ahora el segundo paso que hay que dar es que avancen en la trayectoria y el tercero que aprendan, que es parte de los desafíos y de las oportunidades como sistema educativo”, completó entre las buenas noticias. En ese sentido, expuso que de cada 100 chicos, 58 terminaban la primaria, mientras que ahora pasó al 61%.

La otra cara de la luna, según Volman, coincide en parte con lo que antes expuso la ministra de Educación de Tucumán. En ese sentido, mencionó que desde 1997 hasta 2019 (último dato disponible), las pruebas de tercer grado con la métrica de la Unesco empeoró en la Argentina: pasó del segundo puesto al décimo, lo que es una demostración de los niveles bajos de aprendizaje que hoy tiene la matrícula en el país. “El 46% de los chicos no logran niveles básicos de comprensión, no entienden lo que leen”, acota. Y no se trata de un problema relacionado con la condición social. Volman al respecto indicó que de los chicos de familia con mayor poder adquisitivo de la Argentina tienen el mismo nivel educativo que los de clase media de Perú. En esto, a su criterio, mucho juega la inestabilidad macroeconómica y política.

Otro dato inquietante respecto de otros países latinoamericanos es que por cada 100 chicos argentinos, 45 completan el proceso de aprendizaje en la primaria y dentro del tiempo esperado. “Hay disparidades entre provincias, muy relacionadas con el nivel socioeconómico. Incluso, con los 65 de cada 100 que terminan en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es un nivel bajo si se toma en cuenta que se trata de la zona más rica del país y donde el 50% de esos pequeños va a colegios privados”, indica Volman. Como pasa en Tucumán, a nivel nacional el secundario también los resultados son preocupantes: el 13% de los estudiantes terminan con un nivel de aprendizaje mínimo, apunta el experto.

Tanto Montaldo como Volman consideran que no se trata tan sólo de un problema de inversión en educación (5% del PBI va a esa área esencial), sino de cómo se asignan esos recursos para que los estudiantes alcancen mejores niveles educativos.

Una de las consultas que se hizo durante el encuentro es cómo gestionarían el uso de los celulares en las aulas. Al respecto, la ministra de Educación afirmó que la tecnología debe convertirse en una herramienta de trabajo pedagógico, pero que su uso implica un doble desafío: el del alumno para una utilización medida y el del docente, que debe estar preparado para aggiornarse en la técnica ante el desafío que les imponen los nativos digitales. En el medio, está la educación en el hogar, en el que los padres deben contribuir al uso responsable. Paralelamente, tanto Montaldo como Volman consideran imprescindible que se generen ámbitos de diálogos permanentes, con el fin de evitar problemas psicosociales propios de vivir hiperconectados al celular. “Muchas veces en el hogar estamos físicamente, pero con el celular en la mano; no generamos el clima para que un chico o una chica digan qué es lo que les pasa”, reflexiona la ministra de Educación. Asimismo, Volman agrega que no hay que perder de vista otro desafío para la educación: la baja de la tasa de natalidad en todo el país y que, en los últimos años, rozó el 36%. “El sistema educativo debe estar preparado para eso, para saber si contará con más docentes disponibles para cada alumno o qué capacidad de respuesta tendrá frente a la baja de la natalidad. Para eso se requiere planificación y más cobertura a edades más tempranas”, sugiere el director de Argentinos por la Educación.